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viernes, 8 de agosto de 2008

El juez: arte y parte

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Día 12 de julio de 1999: Tal como se me había comunicado por mi abogado de Fraga, se presenta a mi finca el eximio juez del Juzgado de Instrucción de Fraga, Ramón Landa Pérez, con la máquina excavadora a delinquir en el punto de mi finca que ahora llaman “espacio”, que en su día no interdictaron ni enjuiciaron, para seguir abriendo un camino ilicito.

Previamente, por la mañana, dejo mi tractor en ese punto, con unas cuartillas escritas de mi mano y letra dentro de la cabina convenientemente cerrada con llave, tal como se lo había comentado a mi abogado. En esos papeles, les dejo bien claros los delitos que están cometiendo y que no conseguirán acallar mi voz con respecto a los expolios de Patrimonio Histórico. Una vez hecho esto me voy, andando, a otra de mis fincas, donde tengo gente trabajando, y por el camino veo a ciertos individuos que parecen estar escondidos a la espera de acontecimientos.

A media mañana, la Guardia Civil se persona en la finca donde yo estoy trabajando, notificándoles uno de mis trabajadores que yo me encontraba allí. Comprueban que mi coche está en el almacén y se van sin hacer más.

A las dos de la tarde me voy a casa a comer y mi hermano me comunica que la Guardia Civil pide que me pase por el Cuartel. A las cuatro y media voy al cuartelillo y me comunican que, por orden del juez Landa, estoy detenido.

Pregunto de qué se me acusa.

Me dicen que de rajar la rueda de su coche (del juez) y por los carteles que puse dentro del tractor.

Me preguntan a quién quiero que se notifique mi detención.

En un principio les digo que a mi hermano, pero cuando iban a empezar a escribir, cambio de opinión y les digo que notifiquen mi detención al Delegado de Cultura de la Generalitat de Catalunya en Lleida, Sr. Francesc Vidal i Codina. Automáticamente me pasan a otra habitación y, al cabo de media hora, me comunican que me han de trasladar al Cuartel de la Guardia Civil de Fraga donde levantan una ficha con mis huellas dactilares y mis fotografías, encerrándome luego en uno de los calabozos de dicho Cuartel.

Mi abogado, Ramón Villas Espitia, debe de estar “indispuesto”, puesto que no se presenta y debo ser representado por un abogado de oficio, Alvaro Enrech Val, el cual se queda estupefacto ante la situación. Paso la noche en el calabozo, negándome a ingerir ningún tipo de alimento ni bebida como protesta ante mi encierro, aunque el comportamiento de la Guardia Civil fue correcto en todo momento.

Día 13 de julio de 1999: Sobre las 9:30 de la mañana se me traslada al Juzgado donde me está esperando el eximio juez Landa. Lo primero que le pido es ver la rueda de su coche, a lo que no accede. Sin embargo me propone que vaya voluntariamente al psiquiatra del Hospital de Fraga y él, a cambio, dilucidará responsabilidades y se compromete a hacer recoger los restos de los muertos que están en el vertedero. Le firmo el papel que me presenta, sin tan siquiera leerlo y le digo: ”Escribe lo que te dé la gana, que no me vais a amedrentar”. Lo pongo a caldo delante de los dos agentes de la Guardia Civil que me acompañan para que ordene mi prisión, cosa que no hace y me dice que me vaya, que lo volveré loco y me entrega un Auto de Libertad Provisional en el que no constan ni el Juzgado que lo expide, ni el número del expediente que se incoa, ni el nombre del juez que lo dicta, ni el correspondiente sello que lo autentifica.

Al margen de las irregularidades del Auto de Libertad Provisional (aún no he recibido la Libertad Definitiva), ¿cómo puede el juez Landa ser a la vez demandante, testigo y juez? ¿Por qué no continuó este proceso? ¿Por qué se me han negado expresamente la documentación de este proceso y de otros que me atañen? ¿Por qué el abogado de Fraga, que se inhibió totalmente, le comunicó a mi hermano, el 1 de septiembre de 1999, que lo sucedido en el coche del juez Landa fue un pinchazo accidental y no una rajadura voluntaria?

Estoy esperando aún ver la rueda de ese coche.

Cuando llego a Belver de los Horrores me llevo la desagradable sorpresa de que el apero de labranza llamado cultivador, que la fiscal movía con tanta facilidad, ha sido incautado por los jueces y trasladado al cuartel de la Guardia Civil de Belver. En la actualidad ignoro dónde se encuentra. A buen precio les saldrá el “depósito” de ese apero el día que se haga Justicia.

Tal como el Notario de Albalate de Cinca, Don Enrique Peña Félix, DA FE en el Acta Notarial expedida el día 23 de marzo de 1995, el camino que da acceso a nuestra finca enclavada desde el Camino Viejo de Valonga termina diez o doce metros antes de llegar al término de la finca de los hermanos Soldevilla Bardají (ya que estos nunca antes habían utilizado ese acceso) y como muestra el Vuelo Catastral de 1 de enero de 1955, cuando las fincas aún eran de secano (la nuestra es la que está marcada con el número 60 [repartida en cinco fajas; a, b, c, d y e] y la de los Soldevilla la número 62) ni hay camino ni hay acequia. Las fajas de color más claro de nuestra finca (a y c) corresponden al terreno cultivado en ese momento y las más oscuras estaban de erial.

Es a partir de 1960, cuando se construye la Acequia General de Riego de Planas Altas, que se nos da el camino de acceso a nuestra finca por estar enclavada. Si cuando se hizo dicha Acequia, no se construyó un puente, significa que tampoco en 1960 ni con posterioridad hubo ningún camino que pasara por donde los jueces interdictan ni por el llamado “espacio” que ni siquiera está interdictado.

¿Por qué estos jueces insisten en “actuar” delictivamente con tanta constancia contra nuestra finca?


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