Vean el último Boletín "Res Templi" que me han hecho llegar:
Nº LXVI (13/10/2011) - AÑO Nº XI A.T. DCCCXCI
El boletín de noticias y actualidad de la Orden del Temple en Argentina
Por la Unidad, Fortaleza y Fraternidad de la Orden Soberana y Militar del Temple de Jerusalem.
n.n.D.n.n
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Editorial
Por Sor+ Mary Su Pizzorno, Canciller.
EXPOLIO AL TEMPLE
EDITORIAL ESPECIAL DIA 13 de OCTUBRE, FECHA CONMEMORATIVA DE LA DETENCION DE LOS HERMANOS TEMPLARIOS.
La vida y sus circunstancias quisieron que conociera a Don Miguel de Fox. La triste noticia del fallecimiento de su esposa, la hermana templaria Montserrat Robreño Elías (con quien intercambié valiosa correspondencia en el pasado) y luego el tomar noticia de la injusticia cometida en Belver, me llevaron a entrevistarme con Don Miguel tras cantidad de emails y algunos llamados telefónicos de por medio. (NOTA: ver el detalle de su historia en el blog de Belver de los Horrores).
Don Miguel, (de quien se tendrá más información leyendo lo que este Res Templi publica hoy, que va desde la crónica familiar que el aludido ha elaborado para nosotros, como mediante la transcripción de un valiente escrito de la hermana +Montse Robreño Elías), mantiene desde largo tiempo atrás una lucha desigual. Como templario, sabe que la lid suele ser impiadosa o, antes bien lo han sido las causas que la impulsaron.
América debe saber lo que España toda conoce desde tiempo atrás, y por América significo la del Sur donde vivimos los argentinos, la Central y la del Norte. La Hermandad Templaria debe mancomunarse frente a los atropellos sufridos por Miguel de Fox, pues, es el Temple en su conjunto que ha sido insultado. Buscando tesoros escondidos, las autoridades de Belver de Cinca la arremetieron contra las sepulturas de hermanos templarios, quienes, siglos atrás lucharon en la defensa de los castillos de Monzón y Chalamera.
Respondiendo a las reiteradas denuncias del Sr Fox ante semejante acto de barbarie, esta verdadera mafia, al decir suyo, aparte de asaltarle sus fincas durante la noche y someterlo a constantes juicios que el damnificado califica de “terroristas”, violentó asimismo las tumbas del cementerio de Belver, sacando a la superficie los cuerpos de la abuela y del hermano gemelo de Miguel. Como es de público conocimiento en España, dichos cuerpos fueron secuestrados, procediendo finalmente al robo de sus nichos sin que mediase el menor sentido de culpa de parte de los malhechores.
En la actualidad, todo sigue igual; hay cuerpos desaparecidos y nadie se inmuta por ello, salvo la damnificada familia Fox. Textualmente, citaremos las contundentes palabras de Don Miguel de Fox a este respecto: “La mafia de políticos, clero católico de Belver de Cinca, policía y jueces de Aragón, decidieron que le tocaba el turno de los expolios a la Iglesia de Belver, arremetiendo contra la misma sin empacho alguno, y tirando luego a los difuntos a un vertedero particular de la finca casa Batista de la citada localidad, donde se cultiva trigo sin remordimiento de nadie y menos de los arriba citados”.
Las instancias judiciales prosiguen, como también prosigue el silencio de las autoridades quienes, con indiferencia, permanecen inmutables ante al descrédito y las denuncias a que se las viene somentiendo. Por todo lo anterior, los Fox entendieron que debían llegar hasta el propio rey. Y es precisamente en este punto, sabedores de que la causa llegara a la más alta instancia, donde se impone una pregunta, ¿hizo algo Don Juan Carlos? Pues no, solamente envió una carta sin sentido a las partes, como para suavizar las cosas.
Lo de Don Miguel es una Cruzada en contra de la barbarie y la injusticia, cruzada que pretende la restitución de todos los despojos de familiares y hermanos mayores templarios aún desparramados desde el momento mismo de la profanación de las tumbas y, por supuesto, la debida reparación por parte del Estado Español, quien tendrá que hacerse cargo de dejar todo como estaba al 1ro de enero de 1994, entregando lo robado a la Casa Fox, lo cual no es poco teniendo en cuenta lo que esta familia lleva sobre sus espaldas, soportando delitos morales, físicos y económicos.
Por lo general, las Cruzadas tienen un alto precio, la Historia así nos lo cuenta. Mientras los pleitos de los Fox prosiguen, Don Miguel y su anciana madre se vieron impulsados a dejar sus tierras y exiliarse en Catalunia (esas mismas tierras que fuesen otorgadas al ancestro Gastón de Foix por Fernando el Católico por su participación como guerrero en la Reconquista Española). Y sí, hermanos todos del Temple, fue así que en el nuestro encuentro que mantuvimos en Barcelona, Miguel puso en mis manos la insignia del ultimo comendador templario de Monzón, Berenguer de Belvis.
La joya a la que aludo, Gran Cruz Insigne de mediano tamaño, es asimismo un relicario que contuvo en tiempos del Comendador (y algunos siglos después) un trozo de la Vera Cruz donde se crucificó a Jesucirsto. Generacionalmente, los Fox han sido ofrecidos al Temple por sus padres biológicos antes de ser bautizados. ¿Saber esto nos ayuda a comprender mejor el atropello sufrido por estas personas de bien? La Reliquia del último Comendador ha sido guardada durante centurias por la familia Fox-Sans, junto a otras piezas de gran importancia que Don Miguel comparte con quienes se interesan por su causa: los templarios de Argentina lo han hecho puesto que entendemos que en el mundo de la Hermandad, o somos Uno Solo o no somos nada.
Breve reseña histórica del linaje de los Fox de Belver de Cinca
Por Fr+ Miguel Fox Sans.
Los Fox (Foix o Foj es como se escribe dicho apellido en la documentación de esta Casa que abarca desde el siglo XII a la actualidad). En el año 1492 y en respuesta a la llamada de cruzada contra el último reducto del Islam en lo que se conoce como Península Ibérica, el reino moro de Granada, una rama de la casa de los Foix de Francia, encabezada por un tal Gastón acudió a la lucha contra el infiel. Una vez tomado dicho reino Gastón se vuelve a sus territorios del sur de Francia. Por esta fecha de finales del S XV los Foix tenían señorío en el dicho condado de Foix, el Bearn, Begorra, Reino de Navarra, etc.
Entrado Gastón en los territorios entonces conocidos como Reino de Aragón, le llega misiva del Rey Fernando II de Catalunya y Aragón (Fernando I de Castilla “el Católico”) concediéndole el honor, si lo consideraba, de que se aposentase en dicho reino donde creyese conveniente. Haciendo uso de dicho privilegio se aposentó en el mismo lugar donde recibió la misiva, en el lugar de Belver y desde ese año de 1494 hasta que este pueblo pasó a denominarse, a consecuencia de sus delitos, Belver de los Horrores, permanecimos 13 generaciones de los Fox, marchando yo de dicho pueblo con mi difunta esposa, Montserrat Robreño Elías en mayo del año 2005.
Con respecto a la documentación de la casa, Gastón de Foix casó con Josefa Sans de la casa del Fuster (Carpintero). Luego le sucedió Miguel de Foix, a éste, Pedro de Fox, a éste, José de Fox, a éste, Pedro José Fox que contrae matrimonio con Agustina Ibarz. Le sucede Bautista Fox Ibarz que casa con María Caballo. Les sucede José Fox Caballo que casa con Francisca Broto. Les sucede Manuel Fox Broto que casa con María Lozano Jordán. Les sucede Domingo Fox Lozano que casó con Rosa Ferrer Rosera. Les sucede Miguel Fox Ferrer que casa con María Soldevilla Alberola. Les sucede Antonio Fox Soldevilla que casa con María Lozano Garcés.
Les sucede Miguel Foj Lozano que casa con Guadalupe Sans Alentá. Les sucede Miguel Foj Sanz que casa con Montserrat Robreño Elías, sin descendencia. A partir del Siglo XVII en el archivo-biblioteca de la casa Fox, se encuentra bastante documentación relativa a mis antepasados. Mucha de esta documentación se perdió con lo que aquí en España se conoce como Guerra de la Independencia (1808-1814) ya que mi tatarabuelo, Domingo Fox Lozano, no acató al Rey José I y siguió reconociendo como rey legítimo de España a Fernando VII. Mucha de esta documentación, por causa de esta guerra fue a parar a una de las casas nobles por entroncamientos con la nuestra de Alcolea de Cinca.
Esta casa tiene como apellido Pitarque. Entre esa documentación se encontraban las ejecutorias de nobleza nuestras. Ya no volvieron a nuestra casa a pesar de haberlas reclamado mi tatarabuelo y mi abuelo, pero tenemos la suerte de que en el Archivo Histórico Nacional de Madrid, hay documentación probatoria de nuestros orígenes en documentos del año 1807 y 1830. Entre la documentación que se conserva hay tanto cartas del Rey Católico como de su segunda mujer, Germana de Foix, que era o bien hermana o prima de Gastón de Foix que dio origen a nuestra saga. También es conocida y está documentada la relación que mis antepasados y nosotros hemos tenido primero con la Orden del Temple y luego con sus herederos, la Orden de San Juan de Jerusalén.
Entre las piezas más importantes que se conservan de la Orden del Temple está la Cruz que el último comendador de la Encomienda de Monzón y Chalamera, Fray Berenguer de Belvís, llevaba en su pecho y cuando se rindió la fortaleza de Monzón, dicha reliquia pasó a manos de su conquistador, Artal de Luna, que a la vez la entregó a la madre de un templario profeso y luego pasó a nuestra casa (en el S XVI). Los herederos de la casa se dedicaron a la agricultura ya que por su linaje no podían ejercer “oficios viles ni mecánicos”. Algunos hijos de la casa fueron dedicados al sacerdocio y otros a las armas, muy propio de la nobleza hasta el siglo XIX.
La antigua casa tuvo que ser vendida por mi tatarabuelo, Domingo Fox Lozano, para pagar impuestos de guerra tanto a las tropas francesas como españolas, salvaguardando el patrimonio rústico (las tierras) y edificando su casa encima de lo que había sido hasta ese momento el oratorio de la misma, la hermita de Nuestra Señora de Gracia, en cuya cripta estuvieron sepultados los últimos caballeros templarios que defendieron la Orden en la encomienda más grande de la Corona Catalano-aragonesa, que fueron trasladados a la cripta de la Iglesia Parroquial en 1812 y allí permanecieron hasta febrero de 1997, fecha de su profanación y expolio por las autoridades políticas, eclesiásticas y judiciales de Aragón, con el apoyo del Estado Español y del Vaticano, siendo sus restos tirados a un vertedero en el pueblo de Belver de los Horrores y, a fecha de hoy, allí permanecen.
Bagà a 24 de agosto de 2011.
Escrito sobre el Caso Belver
Por Sor+ Montserrat Teresa Robrenyo Elías (q.e.p.d.).
A todos los lectores, y en especial a todos los habitantes y descendientes de hombres de bien, honrados y valientes de Belver de Cinca, en la provincia de Huesca (Aragón, España). Hace muchos, muchos años… en tiempos de la Inquisición, en el castillo de Monzón encontrábanse sitiados los caballeros templarios por las tropas del rey aragonés Jaime II «el Justo», en pleno fragor persecutorio desencadenado contra la Orden del Temple por el rey francés Felipe IV «el Hermoso», con la anuencia de un políticamente débil Papa Clemente V. En aquellos tiempos, sometida por fin la fortaleza montisonense, los aguerridos templarios fueron hechos prisioneros por los ejércitos reales el día 29 de marzo de 1309, pasando a la historia este castillo de Monzón como el último reducto de la Orden del Temple en la Corona de Aragón.
Los prisioneros eran unos 40 hombres, entre los que se encontraba el comendador frey Berenguer de Bellvís. Se sabe que los templarios de Monzón, de noche, salían cargando «algo» que no se sabía lo que era. Tampoco se sabe hacia dónde iban los monjes-soldado con su carga, regresando después de vacío a la fortaleza. Ahora, de ese «algo», algo se sabe y del «dónde», se sabe todo... Y lo que también se sabe seguro, es que lo que buscaban los inquisidores, no lo encontraron, y que los aproximadamente cuarenta templarios apresados fueron llevados al castillo de Belver de Cinca, quedando encarcelados y encadenados en sus terribles mazmorras (que todavía se conservan en los sótanos de la actual Casa Camilo).
Las condiciones de prisión fueron tan inhumanas, que sólo sobrevivieron a esta etapa algo más de una docena de caballeros que se presentaron a juicio para ser condenados. Esta trágica historia forma parte ya de la Historia, pero otra historia comienza aquí… En Belver de Cinca, villa fundada por los templarios de la Encomienda de Monzón en el año 1240, los templarios encarcelados que murieron por las condiciones de su encierro fueron sepultados por los lugareños en la primitiva iglesia de San Juan —primero parroquia y después oratorio del comendador— y en la ermita de Nuestra Señora de Gracia —actual Casa Foj—. El propio frey Berenguer de Belvís, último comendador templario de Monzón, que fue absuelto en el Concilio de Tarragona, murió en el castillo de Chalamera, pero fue también enterrado en la cripta de la ermita de Ntra. Sra. de Gracia junto con otros doce templarios que ya se encontraban allí sepultados.
En el año 1492 llega a Belver una rama familiar de la Casa Condal de Foix —por derivación, Fox— originaria del sur de Francia, de gran tradición cátara y templaria. Se instalan en la calle de San Juan, en una casa aneja a la ermita de Nuestra Señora de Gracia, adonde llegaron para hacerse cargo de la custodia de los templarios y «sus cosas». Este primer Fox —castellanizado, Foj— de Belver, es el primer custodio del legado templario, y así hasta llegar a nuestros días con el último de sus descendientes , D. Miguel Foj Sans. En 1592, los restos mortales de algunos templarios y los de otros vecinos del pueblo que se hallaban en la antigua iglesia de San Juan habían sido trasladados a la nueva iglesia parroquial de la Asunción de Ntra. Sra., donde los monjes-guerreros fueron sepultados en el subsuelo, colocados de dos en dos y con sus escasas pertenencias personales, como era costumbre en los enterramientos templarios.
Otro traslado de restos mortales templarios tuvo lugar el 28 de enero 1812, durante la Guerra de la Independencia contra «el Francés» —Imperio napoleónico. El custodio D. Domingo Foj y el cura-párroco de Belver de Cinca, al ver los atropellos al que estaban sometidos por el ejército francés y temiendo por el legado y patrimonio de la Casa Foj, deciden sacar de la cripta de la ermita de Ntra. Sra. de Gracia a los templarios «con sus cosas» y esconderlos en la cripta de la iglesia de la Asunción, donde ya reposaban los templarios procedentes de la iglesia de San Juan. La finca de los Foj de Belver era grande, abarcaba muchas tierras y la casa solariega era proporcional al prestigio de la familia. Como en todas las guerras, quien más tiene, es quien más probabilidades tiene de perder lo que tiene.
Así, durante la Guerra de Independencia la familia Foj, junto con todas las familias de Belver de Cinca, tuvieron que sufragar las «raciones» tanto de un bando como de otro. Las tierras fueron vendidas en parte y la enorme casa familiar se vendió a trozos para ir pagando las famosas «raciones». Sin embargo, esta familia, sabedora de su responsabilidad histórica, no se quedó a residir en la parte más noble de la casa, sino que optó por quedarse en lo que fue la capilla-ermita, de tal forma que lo que escondían en la cripta estuviese siempre bajo su protección. A medida que pasaba el tiempo y se recrudecía la guerra, los Foj vieron que su legado corría peligro de ser asaltado y ante ello tomaron lo que consideraron una sabia decisión.
Como testimonio de lo acontecido en la noche del 28 de enero de 1812, los párrafos que siguen fueron escritos por el cura-párroco de Belver y están sacados de un manuscrito del archivo personal de D. Miguel Foj:
«Ante los apremios a que somos sometidos por las tropas Imperiales para el pago de raciones y estando todos en la misma miseria y ante la posibilidad de que puedan cometer mas abuso a cosas sagradas en la noche de hoy 28 de Enero de 1812 en llebamos los restos que enterrados estan en las casas del Señor Domingo Foj en su sotano cripta de la antigua hermita de Nuestra Señora de Gracia, hacia la pila que esta bajo el Altar Mayor de la Parroquial Iglesia levándonos toda la noche el dicho asunto, allí en la dicha pila estan tambien todos los restos que fueron llebados en el 1.592 desde la antigua Iglesia del Señor San Juan tan como quedaron con sus cosas de ellos y no se toca nada ni restos de ellos ni de sus pertenencias siendo la dicha pila sellada de nuevo a la vista de los presentes y no haciendose acta alguna del caso para que no puedan los Imperiales saber esto y que yo dejo aquí dicho para memoria de los venideros y que escondere bien hasta pase la presente guerra, el Señor Domingo Foj del enterramiento de su casa habitación a tomado la Vera Cruz y tres monedas el resto se han llevado a la pila de la Parroquial Iglesia con los restos, y la lapida sepulcro puesta en dicha cripta bajo de una gran cuba de vino y nada se pueda ver ni sospechar por los Imperiales gabachos que no nos someteran nunca jamás».
De generación en generación, la familia Foj guardó el contenido de lo escondido en la cripta y el secreto que sólo era conocido por un descendiente. Se sentían, y aún hoy se sienten, custodios de ese legado templario y por él son capaces de enfrentarse a quienes quieran desposeerlos ilegítimamente de la responsabilidad histórica y moral que una vez contrajo el depositario de la confianza de los templarios. Cada uno de los descendientes era el encargado de su transmisión al siguiente, hasta que en 1997 este legado histórico es profanado y saqueado en la iglesia parroquial... La historia de la profanación y expolio de Belver de Cinca comenzó a partir de 1982, cuando D. Miguel Foj es presionado por el nuevo párroco del pueblo, D. Isidro Berenguer (a la sazón licenciado en Geografía e Historia) y por otro vecino, para que desvele dónde se encuentra exactamente la tina donde se escondió parte del patrimonio templario.
Este acoso durará varios años, hasta el 10 de febrero de 1997, cuando D. Miguel Foj, avisado por un vecino, se entera de que están sacando restos humanos de la iglesia, durante la ejecución de unas obras que, según el párroco, tenían por objeto cambiar el embaldosado cuando en realidad se iba a instalar calefacción y otros elementos que destruirían el subsuelo del templo. Personado el Sr. Foj en la iglesia parroquial y tras comprobar el desolador panorama de ver como «sus templarios y sus muertos» estaban siendo ilegamente exhumados por una excavadora junto con los escombros, montó en cólera y exigió que se detuvieran las obras que, por demás, se estaban realizando sin la preceptiva licencia.
Foj interrogó a uno de los operarios para saber qué se estaba extrayendo en las excavaciones, pero no obtuvo respuestas. No obstante, pudo observar una gran tina de piedra labrada bajo el altar mayor, junto a la cual recogió una moneda de plata con la efigie del rey Alfonso I «el Batallador» (c.1073-1134) y, en el reverso, una cruz patriarcal, emblema crucífero utilizado por la Orden del Temple. Este hallazgo, más unos cuantos huesos que recogió el Sr. Foj, fueron enviados al Departamento de Ciencias Morfológicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza para su análisis, resultando una datación de los diferentes restos de entre 400 años de antigüedad, unos, y entre 700 y 800 años, otros.
Estos datos confirmaban que los restos exhumados pertenecían a los cádaveres de los templarios y vecinos trasladados a la iglesia parroquial de la Asunción en 1592 desde la primitiva iglesia de San Juan y en 1812 desde la cripta de la casa-ermita de Ntra. Sra. de Gracia, perteneciente a la familia Foj. A raíz de estos luctuosos acontecimientos, el Sr. Foj inicia una campaña en pro del esclarecimiento de los hechos y de la depuración de responsabilidades, pero sus denuncias ante las diferentes instancias locales, autonómicas y nacionales resultan infructuosas y son respondidas por la parte demandada con todo tipo de ataques y difamaciones...
Todas las circunstancias que rodean hoy al que se ha venido en llamar «Caso Belver», mueven a la reflexión acerca del comportamiento que antaño tuvo un pueblo unido ante la desgracia y la injusticia, dando muestras de coraje y determinación a la hora de salvaguardar su patrimonio, su legado y su libertad. Es el ejemplo que nos dejaron hombres de bien, valientes y honrados a quienes todos debemos respeto y de quienes el pueblo de Belver de Cinca debería sentirse orgulloso. Desgraciadamente, hoy en día (al menos desde el 10 de febrero de 1997, fatídico día de la profanación y el expolio perpetrados en la iglesia de la Asunción) no todos los habitantes de Belver de Cinca son hombres de bien, valientes y honrados, pues con su cobarde silencio e indiferencia se hacen cómplices de la infamia y traidores a la memoria de sus ancestros.
¡Belverinos! ¿Quién os ha quitado de la cripta de vuestra iglesia parroquial todo aquel legado por el que vuestros antepasados se jugaron la piel? ¿No se os ha ocurrido pensar que si en aquella noche del 28 de enero de 1812 muchos habitantes de vuestro pueblo arriesgaron la vida, prácticamente lo único que les quedaba, fue por algo que en verdad merecía la pena? ¿De qué o de quién tenéis miedo, hombres y mujeres de Belver de Cinca que vivís en un Estado democrático y de derecho, gracias entre otras cosas a la valentía de tantos hombres y mujeres que a lo largo de la Historia han sido capaces de luchar y morir por la libertad? ¿Por qué no defendéis lo que es vuestro?
¿Qué os ha llevado a muchos de vosotros a actuar como pusilánimes y no con la gallardía de aquellos vuestros antepasados? ¿Pero es que no os produce vergüenza y cargo de conciencia vuestra cobardía e indolencia? ¡Reaccionad!, hijos de Belver de Cinca, y estad a la altura de vuestros antepasados. Seguid su ejemplo, o de lo contrario la memoria histórica os pondrá en el ignominioso lugar que os corresponde...
(Montserrat Teresa Robrenyo Elías, nacida en Caracas, Venezuela, de padres catalanes, licenciada en Farmacia y doctora en Biología por la Universidad de Boston, EE.UU, falleció en Barcelona, España, el 28 de mayo de 2006, a los 55 años de edad. Requiescat in pace).
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